lunes, 18 de julio de 2011

MÁS DE LA MITAD DE LOS HOGARES GALLEGOS TIENEN DIFICULTADES PARA LLEGAR A FIN DE MES


El 51,2% tiene dificultades para llegar a fin de mes, según el termómetro trimestral del IGE (Instituto Galego de Estatística). Las vacaciones... prohibitivas.

¿CURVAS DE LA VIDA?


Cada historia es diferente. Todas forman un mosaico en el que cualquiera podría entrar en cualquier momento. Hasta hace mes y medio, por ejemplo, la de Pepe Luís era igual a la de muchos trabajadores de la construcción que se han pasado la vida recorriendo España. Esos que han levantado autopistas, túneles o traviesas del AVE por toda la Península. Pero su vida sufrió un giro brusco de timón. "Estaba bien, tenía comida, cama, oficio y en cuatro días quedé tirado, perdido", explica este trabajador de la construcción con más de 29 años abonados a la seguridad social.
Durante dos décadas trabajó en Dragados, una de las grandes constructoras de obra civil de España. Pero lo perdió todo. "Que cómo estoy. Imagínate, fatal. No te acostumbras nunca. Cada día me levantaba por las mañanas e iba a trabajar. Ahora estoy tirado", asegura.

viernes, 15 de julio de 2011

EXPLOTACIÓN DE BECARIOS


Quienes optan por la investigación, señala José Carlos Bermejo, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Santiago de Compostela y autor de La maquinación y el privilegio. El gobierno de las universidades (Ed. Akal), entran en un campo en el que pueden hacer valer escasísimas bazas. “Puede que en humanidades sea distinto, pero los que trabajan en ciencias suelen pertenecer a un grupo que realiza tareas intensivas y repetitivas, a las que dedican muchas horas, y en las que resultan fácilmente sustituibles. Y como para poder acceder a un trabajo más estable les exigen publicaciones, están obligados a hacer lo que les pidan. Eso lleva a que tengamos a mucha gente de 40 años con depresiones”.

Contratos de 600 euros
Y no es para menos, señala Bermejo, porque suelen trabajar en condiciones materiales muy precarias. “Hay muchos de ellos que son explotados y engañados y a los que, al final, dejan tirados. Es frecuente que haya contratados cuyos salarios sean de 600 o de 800 euros. Y hay quienes, cuando ofrecen a sus investigadores contratos de 900 euros y estos se quejan, les dicen que si no les gustan los contratos de 900, también los tienen de 700”. Ese ambiente tan duro y competitivo deja secuelas que perduran incluso cuando ya se han conseguido un trabajo estable, máxime cuando “los capos suelen encabronar a unos becarios con otros”. Hablamos, pues, de un contexto en el que casi nadie sale indemne, como prueba el hecho de que “la mitad de los profesores de las universidades americanas están tratados con antidepresivos a causa de las presiones que sufren para publicar”.

jueves, 7 de julio de 2011

EL NIÑO YUNTERO





Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.

Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.

Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.

Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.

Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.

Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.

Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.

A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.

Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.

Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.

Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
resuelve mi alma de encina.

Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.

Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.

¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?

Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros.

Miguel Hernández, 1937

¿quiénes son?



El perfil medio de persona sin techo en Galicia es un hombre, con 45 años de edad, soltero, con hijos, e inmigrante en el 35% de los casos, según datos de un informe elaborado por el Valedor do Pobo el pasado año. La soledad, la desconexión de la sociedad, la falta de autoestima, la incomprensión y la marginación son algunas de las consecuencias más duras que sufren estas personas. La mayoría han sufrido a lo largo de su vida diferentes sucesos traumáticos que les han llevado a estar donde están. Dicen que las desgracias nunca vienen solas. Unos dicen que han perdido su empleo, otros que se han quedado solos en la vida. Sentados en los bancos de la marquesina del bus cuentan que llegó un día en el que no tenían nada, controlan las palabras, conversar no les apetece. Los más tristes han perdido a algún ser querido, han sufrido crisis familiares, se agarran a su saco de dormir, a una mochila vieja y esperan que pasen las horas. La mayoría llevan a cuestas toda su vida, bolsas a modo de maletas, en sus bolsillos algunas monedas, un par de zapatos y alguna cazadora vieja. Según datos del Instituto Nacional de Estadística la mitad de ellos tienen hijos, el 30% son abstemios y nunca han consumido drogas y un 50% buscan trabajo. En todos los casos hay una historia de injusticia.