viernes, 15 de julio de 2011

EXPLOTACIÓN DE BECARIOS


Quienes optan por la investigación, señala José Carlos Bermejo, catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Santiago de Compostela y autor de La maquinación y el privilegio. El gobierno de las universidades (Ed. Akal), entran en un campo en el que pueden hacer valer escasísimas bazas. “Puede que en humanidades sea distinto, pero los que trabajan en ciencias suelen pertenecer a un grupo que realiza tareas intensivas y repetitivas, a las que dedican muchas horas, y en las que resultan fácilmente sustituibles. Y como para poder acceder a un trabajo más estable les exigen publicaciones, están obligados a hacer lo que les pidan. Eso lleva a que tengamos a mucha gente de 40 años con depresiones”.

Contratos de 600 euros
Y no es para menos, señala Bermejo, porque suelen trabajar en condiciones materiales muy precarias. “Hay muchos de ellos que son explotados y engañados y a los que, al final, dejan tirados. Es frecuente que haya contratados cuyos salarios sean de 600 o de 800 euros. Y hay quienes, cuando ofrecen a sus investigadores contratos de 900 euros y estos se quejan, les dicen que si no les gustan los contratos de 900, también los tienen de 700”. Ese ambiente tan duro y competitivo deja secuelas que perduran incluso cuando ya se han conseguido un trabajo estable, máxime cuando “los capos suelen encabronar a unos becarios con otros”. Hablamos, pues, de un contexto en el que casi nadie sale indemne, como prueba el hecho de que “la mitad de los profesores de las universidades americanas están tratados con antidepresivos a causa de las presiones que sufren para publicar”.