lunes, 30 de septiembre de 2013

Nos escriben... sobre "Autogestión"



Llevo años viéndolos llegar. Colocan por la mañana el puesto de revistas, con grandes carteles, altavoces y objetos artísticos, como un largo grupo de lápidas, con flores y letreritos. Durante años ni siquiera me fijaba, apurada con mis cosas y sin entender muy bien qué ofrecían. Un día, sin embargo, me paré; una mujer de unos treinta años hablaba al micrófono, repetía nombres y datos, explicaba noticias, contaba lo importante que era para ella aquella revista, “Autogestión”. Parecía alegre, y lo que decía era verdad, yo lo sabía por mi propia vida. Me acerqué a una compañera suya y le pedí una revista. Ochenta céntimos, casi regalada, incluso demasiado barata, pensé. La chica me explicó, “sólo se paga el papel y la tinta, se hace con trabajo gratuito”. Mientras, su compañera seguía en el micrófono, animando a conocerla y explicando la importancia de un medio de comunicación libre. También eso era verdad, yo lo sé por mi trabajo. Todo aquello me resultaba extraño, pero todo era verdad, o a mí me lo parecía. Seguí comprando la revista, mirando a veces su web, y hasta les escribí algún correo. No siempre me gustaban los artículos, a veces no entendía nada, y a mi marido le molestaba porque eran cosas duras. Pero ellos volvían, y siempre parecía verdad, todo lo que contaban encajaba.
 Hace ya tres años despidieron a mi marido, la cosa se puso fea y él lo llevó fatal. No lo entendía ni lo quería entender, apenas dormía y conmigo ni hablar del tema. Nuestro hijo estudiaba en Santiago y apenas venía por casa. Empecé a sentirme sola, y me acordé de una frase de la revista, “el paro mata”. Era también verdad, el paro podía matar, nunca lo había pensado. Lo hablé con mi marido, busqué la revista del artículo, y esta vez sí aceptó leerlo conmigo. Leímos aquélla y otras muchas “Autogestiones”,  gracias a que un amigo suyo la conocía de años. Intentamos comentarla con nuestro hijo, pero ni entendía ni le interesaba nada, y eso que estudia en Santiago. Pero con nuestro amigo sí, y nos traía artículos, y empezamos a ir a actos y a buscar películas de estos temas. Aprendimos muchas cosas, sobre todo de países pobres, y de cómo luchan los pobres, allí y aquí. Aprendimos de la Historia, de dónde surgieron mil cosas que ahora desaparecen, pero sobre todo aprendimos que hay que luchar. Y ahora estamos en ello, entusiasmados en varios frentes donde reina la barbarie y el dinero. No sé hasta dónde llegaremos pero no vamos a rendirnos. Como las chicas de la revisa.